«Que use el espacio público no quiere decir que mi cuerpo también lo sea»

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Me imagino que si alguna de ustedes es mujer les ha pasado más de un vez que les han gritado cosas en la calle, se les ha acercado algún viejo cochino a tratar de decirles algo al oído, o peor aún, han sido directamente violentadas por algunos de estos tipos que piensan que las mujeres somos comos postes en la calle, algún tipo de propiedad pública más, y que pueden tocarnos sin problema alguno.

Si cualquiera de estos casos ya es terrible, a veces algo peor viene después cuando tus cercanos (pueden ser hombres o mujeres, porque el machismo no sólo tiene pene) te preguntan la base clave de este tipo de comportamiento: ¿Pero cómo ibas vestida tú para que te pasara eso? Una duda que a muchos les parece una razón sumamente válida para estos fenómenos, o peor aún una provocación para que un tipo tenga el derecho absoluto de tocarte una pechuga, el poto o la vulva.

También se dan otro tipo de comentarios del tipo, en este caso casi exclusivamente del género masculino, «pero si es un elogio» o «a mi me encantaría que una mina me dijera un piropo en la calle». Porque claro, estos adonis al peo se imaginan que se les va a acercar la Kournikova a decirles que son ricos, cuando en realidad, en homologación con lo que les pasa a las mujeres es como si se les acercara la vieja de los gatos de los Simpson y les gritara al odio que se los quiere hacer chupete mientras los sigue por cuadras y cuadras acosándolos.

Porque en el fondo la culpa siempre termina siendo de la misma mujer, mostrándose frente a un hombre animal que no puede controlarse en tocar/manosear/piropear el cuerpo femenino pero que puede mantenerse perfectamente callado ante un hombre que lo insulta, sin comenzar inmediatamente la batalla salvaje que exige su hombría. Un llamado de la selva que parece recatarse en la sexualidad y no en todos los actos de su vida diaria.

Es sumamente injusto que elegir una falda, unos shorts o un escote nos lleve a preguntarnos culposamente cuántas miradas desagradables atraeremos, o que tengamos que aprender desde la pubertad en adelante a mirar el suelo cuando pasamos cerca de una construcción o un grupo de hombres para evitar notar como sus miradas se clavan en nuestras pechugas o poto, temiendo que en una de esas se animen dentro de su imbecilidad y se les ocurra tocarte algo.

Precisamente este tipo de actos y comentarios es lo que busca dar a conocer el Observatorio Contra el Acoso Callejero Chile, una nueva iniciativa que quiere denunciar este tipo de violencia, que se ha convertido en una práctica normalizada entre los chilenos, y que no me pasa solamente a mí, le pasa a mis amigas, a tu madre, a tus hermanas y eventualmente a tus sobrinas o hijas.

Esta iniciativa busca, al igual que otros proyectos como EverydaySexism en Inglaterra, que las mujeres puedan compartir sus experiencias de acoso por medio de videos, textos y fotografías con consignas como «Que use el espacio público no quiere decir que mi cuerpo también lo sea», «yo me visto para mí, no para ti» y «mi escote no es un invitación a acosarme».

Los invito a echarle un vistazo al Facebook del grupo, especialmente a la serie de fotografías «Yo no acoso por» que muestra a diferentes hombres explicando sus razones para estar contra el acoso a mujeres y transexuales.

There are 3 comments

  1. Maria

    Un alcance, la vagina es organo interno, decir que te tocaron la vagina es como decir que te tocaron el colon o la traquea. Los depravados que te pegan un agarron por delante lo que te tocan es la vulva, trsitemente me paso hace varios años, tenia como 13 ańos y andaba con jumper.

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