Hace pocos días regresé de mis medias-nique-terribles vacaciones 2014 en la ciudad de Nueva York. Luego de planear por meses el día de partida, finalmente a mediados de abril viajé junto a casi toda mi familia en una plan tipo «mi pobre angelito» hasta Estados Unidos.
Obviamente el viaje fue lo mejor y me divertí mucho, especialmente cuando conocí algunos lugares que no tenía planeado recorrer cuando salí de Chile, pero que aparecieron como una buena alternativa una vez que ya estaba allá.
Lejos uno de mis favoritos fue Coney Island, una playa a 1 hora y media del lugar donde me quedé en Manhattan (cerca de Times Square) y que mezcla costa con un parque de diversiones en decadencia. Si les gusta sacar fotos siento que es el lugar perfecto para una serie, porque en verdad es muy interesante. En tanto, si la idea es relajarse y pasear, si es un día bonito se pueden sentar en la arena para ver tranquilamente el mar. En cualquiera de los casos, mi recomendación absoluta es comer después en Nathan’s, que si bien tiene de esos hot dogs gringos sin brillo, también vende unas hamburguesas buenísimas y sandwich de pescado muy piolas. Eso acompañado con unas papas, el paraíso.
El segundo recorrido fuera de Manhattan, que también valió la pena, fueron Brooklyn y Williamsburg. En el caso del primero, lo que más me gustó fue Dumbo, especialmente el parque Main Street desde donde se pueden ver al mismo tiempo los edificios de la gran manzana desde lejos junto a los puentes de Brooklyn y Manhattan. Un paseo bacán para hacer en la tarde-noche. Además hay varias tiendas cerca de comida, ropa y libros. Yo pasé a un café llamado One Girl Cookies, a un costado del parque, donde vendían unos cupcakes muy ricos.
La segunda opción es Williamsburg. Yo pasé un domingo a una feria de diseño en este lugar, pero siento que no valió mucho la pena. La mejor opción sin duda era ir el sábado cuando se pone Smorgasburg, un encuentro de comida donde además venden diferentes tipos de cosas, pero yo me equivoqué de día y llegué tarde. De todas formas a partir de mayo se va a comenzar a poner una feria de las pulgas en ese punto los domingos por si les pasa lo mismo que a mí. En esta zona me comí el mejor plato del viaje en un lugar llamado Trix en la calle Bedford. Era caro, pero pucha que era bueno. Además la calle completa tiene muchas tiendas lindas, aunque nuevamente, caras como el diablo.
Ya en Manhattan también vi varias cosas, mayoritariamente cosas turísticas típicas que todo el mundo quiere conocer. Destaco de este lugar lejos los museos, yo fui al MoMa y al Museo Americano de Historia Natural, ambos bacanes, y el High Line, un paso peatonal recuperado que funciona sobre unas antiguas líneas de tren y que permite ver un largo trecho de la 10 avenida en altura. Casi al final hay un mirador imperdible, con asientos y todo. Yo fui tarde, pero al parecer más temprano también hay puestos de comida a la altura de la 14 St.
Por Downtown también vale la pena Chelsea Market, Greenwich Village (para pasear no más porque es careli) y especialmente East Village, donde encontré muchos lugares latinos para comer, tomar (tenían un bar llamado Macondo y se ganaron mi amor) y varias tiendas con ondars.
De todas formas, vayan donde vayan, desde los clásicos Central Park, 9/11 Memorial, Empire State, o a lugares más lejanos (yo me quedé con ganas de ir a Harlem, por ejemplo), aconsejo unas últimas cosas:
– Comprar una MetroCard semanal por 30 dólares. Si van a pasear mucho lo mejor es no caminar de más y guardar energías moviéndose en metro. Esta es la opción para hacer eso, lejos. Le pueden sacar el jugo si logran ubicarse con Google Maps y la opción de transporte público, que para mi fue clave.
– No comer en restaurantes, por ningún motivo. Entre el precio, los impuestos y la propina (más alta que en Chile) el valor sube demasiado. Lo mejor son las pizzas de 2 dólares, los tacos, los paninis y las bandejas buffet que se pueden comprar prácticamente en todos lados. Eso sí me quedé con ganas de probar un brunch, pero más por chancha que por siútica.
– Comprar un City Pass ($109) si quieren ir a varios museos, ya que permite visitar hasta 5 lugares con precios reducidos. Si en cambio, sólo van a ir a unos pocos, lo mejor es ver si se puede pagar una entrada más barata. No es por ser rata tacaña, pero 20 dólares por lugar es caleta.
– Cachar qué expos hay en el momento cerca de donde te quedas. Yo fui a una de Bill Cunningham y otra de Robert Capa, una de puro chiripazo y otra porque la busqué de antes. Lo mismo con los conciertos y las entradas a programas, cachen desde antes y quizás logran encontrar un cupo para los días de su viaje.
Buenas recomendaciones, me faltó recorrer algunos de esos lugares en mis vacaciones simultáneas a las de tu familia. (Por cierto, tu papi fue el mejor compañero de avión). Como dato, puede que la City Pass sea conveniente, pero por ningún motivo la New York Pass. Cuesta el doble y eso de ahorrar tiempo en las filas es completamente falso. La compramos por cinco días, lo que nos hizo correr de un lado para otro para ocupar el pase gratis en algunas de las 80 atracciones que ofrece (evidentemente, imposible). Concuerdo con la tarjeta de metro por 7 días. Sucio, feo y hediondo, el «Subway» funciona a la perfección. Basta con aprender a orientarse y llegas a cualquier parte. Por último, recomiendo 100% Hostelling International para alojar. No estaba en el mejor barrio, pero era absolutamente cómoda, limpia, con un ambiente muy buena onda, a pasos de Central Park y el metro.
🙂